A finales del siglo XVIII, Kieran Selkirk viaja desde las colonias británicas de Norteamérica a la Rusia de la legendaria Catalina la Grande, en calidad de mercenario, para combatir a los cosacos. Pero, en realidad, lo envía Benjamín Franklin con la misión de evitar que la zarina apoye a los ingleses en el conflicto independentista.