Alba, la narradora, forma parte de una generación que intenta pisar tierra firme en una ciudad que hace agua. La generación es aquella que bordea la treintena y va dejando atrás la juventud entre trabajos precarios y la culpa inerte por formar parte del primer mundo, entre el feminismo emergente y las relaciones contrahechas, entre la necesidad de batallar con las mismas fuerzas contra los elementos y contra sí misma.